Hoy te vamos a compartir interesante información a cerca de la increíble elaboración de este alimento natural de la mano de las abejas. Sorpréndete con esta nota.
caracteriza por su viscosidad y su textura densa, la miel es una especie de solución dulce que fabrican las abejas como alimento para prepararse ante la escasez de recursos en época invierno, o sea, la elaboran para consumo propio. Además, también funciona como un termorregulador, es decir, que ayuda a mantener la temperatura de la colmena durante los meses más fríos del año.
Si nos introducimos a como está elaborada, primero tendremos que destacar detalles de su composición química, destacando que es una mezcla de distintas sustancias que conocemos como azúcares tal como la fructuosa, sacarosa, maltosa y glucosa, que son sustraída por las abejas de distintos tipos de flores y árboles. Vale destacar que este compuesto también contiene aceite, mínimas cantidades de agua y unas enzimas especiales producidas por las mismas abejas.
La perfecta combinación para generar la miel hace que por su bajo contenido en agua, es una sustancia que puede durar incluso milenios sin llegar a la fermentación. El caso más claro de esto, es la miel encontrada en la tumba de Tutankamón, que al parecer tenía 3 mil años de antigüedad y se encontraba en perfecto estado de conservación.
Te puede interesar: Miel de Yatei, el producto más demandando en el mercado
¿Cómo producen la miel las abejas?
Las abejas, las protagonistas de esta gloriosa creación se encargan de realizar miles de viajes de flor en flor, permitiendo la reproducción de este alimento natural a base de muchas especies vegetales.
Las abejas exploradoras conocidas como pecoreadoras salen de sus colmenas para obtener los recursos necesarios para mantener a su comunidad en funcionamiento. Visitan numerosas flores desde las cuales obtienen una sustancia conocida como néctar. Estos insectos posan sobre las flores, desenrollan su larga trompa y comienzan a succionar el néctar hacia un compartimiento en sus estómagos llamado buche. En el proceso, sus patas terminan llenas de polen de que luego cuando se posan sobre otra flor, se lleva a acabo la polinización, aunque esa es otra historia.
Se sabe que una abeja pecoreadora es capaz de llevar consigo unos 50 microlitros de néctar. Haciendo cálculos, para poder reunir un litro de néctar las abejas deben completar una cantidad enorme de entre 20 mil y 100 mil vuelos. Pero volviendo al tema de la creación de la miel, cuando estos pequeños insectos ingresan el néctar a su buche, se mezcla con una enzima presente en la saliva de las abejas que rompe las moléculas de azúcar.
Leer también: Cómo se hace la miel, desde la colmena hasta tu mesa
Un gran trabajo en equipo
Al llegar a casa, las abejas exploradoras pasan el néctar recolectado a las abejas obreras que comienzan la fabricación de la miel. Las obreras airean el néctar para reducir la cantidad de agua presente. Lo hacen resbalando gota a gota por su lengua para exponerlas a las corrientes de aire que provocará la pérdida del agua presente en la sustancia. Si el tiempo no ayuda ingresando corrientes de aire a la colmena, entonces otras obreras se ponen manos a la obra y baten sus alas para crear dichas corrientes.
No es un proceso fácil, antes de que el néctar se convierta en miel, pasa por distintas abejas obreras que han drenado la cantidad de agua que disminuye hasta en un 40%. En todo este proceso, el néctar se ha vuelto ahora mucho más denso por la pérdida de agua y además se ha mezclado una y otra vez con las enzimas producidas por las abejas. No obstante, todavía no puede considerársele miel.
El paso final es depositar la sustancia en las celdillas de los panales y continuar airándola pues todavía corre el riesgo de fermentar. Una vez más las abejas unen fuerzas y comienzan a batir sus alas para generar corrientes de aire que permitan al néctar seguir perdiendo cantidades de agua. Luego de que la sustancia ha llegado hasta un 18% de contenido de agua, se le puede entonces llamar miel.
Seguir leyendo: Criar abejas para producir miel