El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria informó que la enfermedad se detectó en un bovino, en la localidad de Las Breñas.
En Chaco, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recordó que la rabia paresiante es una enfermedad de denuncia obligatoria y que la vacunación al ganado es la principal medida de prevención para evitar pérdidas económicas y disminuir el riesgo de transmisión al ser humano.
La rabia paresiante es una enfermedad epidémica y recurrente causada por el virus rábico transmitido por el vampiro común Desmodus rotundus, que afecta principalmente a los bovinos, equinos, con menor frecuencia a otras especies domésticas, al hombre y algunos animales silvestres.
El vampiro, generalmente, se alimenta a no más de 2 o 3 km de su refugio. Al morder al ganado le deja un trozo de alrededor de 5 mm de diámetro por el que lame su sangre. El hombre es una presa alternativa para el vampiro y es atacado cuando no dispone de sus presas preferidas (bovinos, equinos, porcinos, caprinos y grandes herbívoros silvestres como carpinchos, venados, entre otros).
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Un caso que preocupa a un sector ganadero
Ante esta situación, el organismo nacional dispuso la interdicción de los establecimientos situados en un radio de 10 km alrededor del caso confirmado. Además, estableció la vacunación obligatoria de la totalidad de las especies susceptibles en esa área.
Por otra parte, se solicitó a los productores el registro de la vacunación una vez que haya sido efectuada. “Siguiendo el esquema de la vacunación obligatoria ante un brote, se deberá revacunar los primovacunados entre los 20 y 60 días posteriores a la primera dosis, conforme a lo establecido por la normativa vigente”, informaron desde el Senasa.
Desde el organismo señalaron que es importante la prevención mediante la vacunación de los animales susceptibles de contraer la enfermedad y el control de vampiros. “Los brotes de rabia paresiante perduran no más de 18 meses con periodos ínter epidémicos que abarcan entre 3 o 4 años”, explicaron.
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Los técnicos descubrieron que los primeros síntomas observados en animales consisten en inquietud, falta de apetito, tendencia a aislarse y frecuentes vocalizaciones con un tono de voz diferente al habitual. “Luego se observa depresión, deshidratación, dificultad postural y ambulatoria, y finalmente la muerte”, destacaron.