En realidad se trata de una tarea bastante sencilla, especialmente si se compara con todo el trabajo anterior: preparar la tierra, sembrar los ajos y cuidarlos durante tantos meses.
Pero tampoco hay que pensar que como es algo sencillo, se puede hacer de cualquier manera, ya que la conservación posterior va a depender mucho de que la cosecha se realice bien y en el momento apropiado.
Como acabamos de decir, una de las cosas más importantes a la hora de cosechar los ajos es hacerlo en el momento preciso, una vez que la planta ha terminado de formar y madurar el bulbo.
Como habrás visto en el artículo anterior, es muy fácil percibir cuando los ajos están listos para ser cosechados, pero para entonces, tienes que saber que se puede recolectar de al menos dos formas principales.
Antes de recolectar
Es importante que cuando los ajos estén llegando al final de su cultivo ―en el enlace anterior lo puedes ver―, se suprima cualquier riego para que no haya un exceso de humedad en el suelo, situación que afectaría negativamente a la formación de los bulbos.
Por otro lado, y relacionado con lo anterior, siempre se han de recolectar después de algunos días de buen tiempo, cuando la tierra está completamente seca.
En ambos casos, al secarse la tierra cuando el ajo está maduro, el bulbo termina de endurecerse, algo muy importante para que luego se conserve mejor.
Cosecha a mano
Consiste en agarrar la planta por la parte aérea, es decir, por las hojas, y tirar firmemente de ella, hasta que el bulbo salga completamente de la tierra.
Este tipo de extracción es la más sencilla de todas, pero no puede hacerse en cualquier terreno, ya que si no es adecuado podrían dañarse los ajos o ser muy costoso.
En concreto, es una técnica ideal en tierras sueltas, que se trabajan con facilidad incluso si están secas. Se trata generalmente de terrenos con una importante proporción de arenas.
Por el contrario, en tierras muy compactas ―ricas en arcillas―, la recolección del ajo debe hacerse de la manera que explicamos a continuación.
Cosecha con azada
Como acabamos de decir, en las tierras duras no se pueden recoger los ajos simplemente tirando de ellos, ya que se romperían o sería realmente complicado extraerlos.
En estos casos hay que ayudarse de una azada, cavando con fuerza al lado de cada bulbo, pero lo suficientemente apartado como para no dañarlo.
Al introducirse la azada en la tierra, cerca de la cabeza del ajo, y tirar de ella hacia arriba, quedará liberada y podrá recogerse con la mano. Relacionado
Consejos importantes
Aunque parezcan detalles sin importancia, lo cierto es que hacer estos pequeños gestos puede marcar una gran diferencia en la conservación posterior de los ajos.
Sacudir tierra
A medida que se van recolectando los ajos, hay que sacudirlos para que caiga toda la tierra que pudiera haber quedado adherida a las raíces y al bulbo. Esto es importante para facilitar el posterior secado.
Secado al sol
Conviene recolectar los ajos en la mañana de un día seco y soleado, y dejarlos sobre la tierra seca ―sin vegetación― al menos hasta la noche, aunque aún mejor si esto se puede alargar durante un par de días.
Si las noches son húmedas o si se sospecha que puede llover, entonces es mejor recogerlos y extenderlos en un lugar seco y ventilado.
Almacenar una vez secos
Cuando los ajos se hayan secado del todo, entonces ya se pueden trenzar, guardar en cajas, en mallas, colgados, etc.
Es muy importante no deshacer las cabezas, ya que eso reduce mucho el tiempo de conservación de los ajos.