Tips de cómo regar el huerto

Saber cómo regar el huerto es, sin lugar a dudas, la clave fundamental que diferencia un huerto hermoso y en plena forma de un huerto mustio y enfermo.

Del riego depende todo: la altura de las plantas, su estado de salud, la producción de frutas, hortalizas y verduras, la presencia o ausencia de ciertas plagas y enfermedades…

Aprender a regar bien no es fácil, no consiste en tener un buen pozo artesiano o un estupendo sistema de riego instalado (aunque eso ayuda, claro), pero se puede aprender a regar mejor  con un poco de práctica y los siguientes 7 consejos básicos.

Consejo 1: ni mucho ni poco sino todo lo contrario

El primer consejo es muy básico, pero créeme: muchos aficionados lo olvidan en cuanto tocan una manguera. Regar poco puede suponer que las plantas y flores de tu huerto o jardín se sequen, se marchiten y se mueran por el llamado “estrés hídrico”. En cambio, regar demasiado a menudo, encharcar el sembrado o no canalizar adecuadamente el exceso de agua puede dañar las raíces de las plantas, pudrirlas, favorecer la presencia y proliferación de hongos y otras plagas, etc. Así que ya sabes: si encuentras el término medio que necesita tu huerto para ser feliz, habrás ganado la mitad de la batalla…

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Consejo 2: saber cuándo regar

¿Cada cuánto hay que regar los tomates, las rosas o las plantas aromáticas? La respuesta es: depende. Depende de la estación del año en la que te encuentres, de la calidad de la tierra, de la cantidad de nutrientes que tenga tu compost…. De todas formas, estos son dos de los trucos más sencillos para saber si ha llegado el momento de regar:

 La estación del año. En general, en verano tendrás que regar al menos una vez al día (o dos si vives en sitios donde haga mucho calor). En primavera, en otoño y en invierno se supone que tendrás que regar un par de veces por semana, pero claro, no te fíes demasiado.

 La prueba del dedo. No es la prueba del algodón, pero se le parece: toca la superficie de la tierra con los dedos, si cuando los levantas no tienen adheridos algunos granitos de tierra es que el suelo está demasiado seco y necesita algo de riego.

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Consejo 3: plantar en función de las necesidades de riego

Algunos principiantes del huerto o del jardín cometen el error de no planificar bien sus cultivos y colocan los tomates, las cebollas, los guisantes o las plantas aromáticas en el primer hueco libre que encuentran.

Como ya te hemos contado en otras ocasiones, planificar bien tu huerto urbano, tu jardín o, incluso, los cultivos en macetas antes de plantar es fundamental para disfrutar de una buena cosecha o, simplemente, para ver crecer unas hermosas plantas ornamentales. Pero además, la distribución de los cultivos también es importante para el tema de nuestro artículo de hoy: el riego.

Hay plantas que necesitan más agua, otras necesitan menos… Entonces ¿por qué no distribuimos las especies en nuestro terreno en función de sus necesidades concretas de riego? Es muy sencillo, mira:

Ejemplos de plantas que necesitan riego medio o moderado: 

Tomates.

Guisantes.

Pepinos.

Ejemplos de plantas que necesitan mucho riego: 

Calabacines.

Puerros.

Alcachofas.

Apio.

Ejemplos de plantas que necesitan poco riego:  

Orégano.

Tomillo.

Romero.

Ajos.

Cebollas.

Lentejas.

Consejo 4: el riego por goteo

El riego por goteo es uno de los sistemas más eficaces para mantener tu huerto urbano bien hidratado y nada encharcado. En el mercado puedes encontrar diferentes sistemas profesionales que te garantizarán que tus cultivos reciben la cantidad justa de agua sin preocuparte más que de revisar de vez en cuando el estado de las tuberías, reprogramar y regular la presión en función de la estación del año, etc.

Consejo 5: regar la tierra

Hay gente a la que no le gusta usar sistemas de riego por goteo, por inmersión, etc., sino que prefieren utilizar la manguera o la regadera de toda la vida y disfrutar de un buen rato respirando el maravilloso aroma de la tierra recién regada. Esa experiencia no tiene precio, sobre todo en el crepúsculo de las tardes de verano cuando tu huerto urbano se ilumina con esa luz ámbar tan especial, ¿verdad? Pero vamos al consejo: si decides regar de forma tradicional, intenta no mojar demasiado las partes aéreas de las plantas ya que el exceso de humedad en las flores y tallos puede propiciar que aparezcan hongos y otras plagas. Intenta regar la tierra a ras de suelo y controlando muy bien que la presión del agua no arranque terrones ni dañe las raíces de las plantas más jóvenes.

Consejo 6: comprobar la calidad del agua

Otro error típico de los nuevos aficionados al huerto urbano es no comprobar cómo es el agua con el que están regando sus cultivos. Como sabes, hay aguas más y menos duras que otras, con mayor o menor cantidad de cloro, con más o menos sales minerales… Si tienes la suerte de extraer el agua de riego del pozo artesiano de tu huerto, merece la pena que inviertas algo de presupuesto en hacer analizar la composición del agua. Si utilizas agua de la red general, simplemente tienes que contactar con tu Ayuntamiento y preguntar. En ambos casos merecerá la pena invertir tiempo y dinero.

Consejo 7: practicar el “mulching”

¿No te suena la palabra “mulching”? ¿Y si la sustituimos por “acolchamiento”?

El mulching es una vieja técnica que se ha vuelto a poner de moda en los últimos años y que consiste en acolchar los cultivos con materiales que retengan la humedad y contribuyan a enriquecer la tierra. En el mercado encontrarás distintos materiales especialmente fabricados para hacer mulching, pero te pueden servir perfectamente los recortes de los setos, los restos de las ramas y troncos de los trabajos de poda, el césped sano recién cortado, algo de cartón o de papel, la madera de las cajas de fruta, el estiércol seco, etc.

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