En días con bajas temperaturas, el cuerpo suele resentirse mucho más cuando el aire helado se combina con el ambiente seco. En esta breve nota te vamos a explicar que factores intervienen en la baja sensación térmica.
Cuando el aire frío entra a dominar el escenario de tiempo en una determinada región, sobre todo en la temporada invernal, cuando el clima más seco gana protagonismo, el ambiente se suele tornar más frío y el cuerpo lo siente, incluso, notándose menos grados de los que en realidad hacen.
Primero que nada, hay que saber que nuestro cuerpo es una máquina de producir calor, el cual se pierde de diferentes formas dependiendo las circunstancias climáticas. Sumado a esto, el cuerpo tiene la posibilidad de regular la emisión del calor para temperaturas ambientales comprendidas entre 15 y 30 ºC, por encima y por debajo tiene que hacer algo para contrarrestarlas y no sufrir una hipotermia o una insolación (en el caso del calor del verano). Pero, en este caso, cuando el clima frío es el protagonista, es cuando la cantidad de calor perdida es mayor de la que podemos generar, entonces aparece la conocida sensación de sentir más frío.
Es instancias donde cuesta entrar en calor, durante periodos de tiempo donde el clima se torna frío, sin cambios, la sensación de frío no sólo nos la indica la temperatura que hay en el ambiente en ese momento, son varios los factores que afectarán que la temperatura que sintamos sea diferente a la del ambiente y que nos marca el termómetro: La humedad ambiente y el viento. Estos es lo que se conoce como sensación térmica.
El viento juega un papel muy importante en este tema, variando en gran medida la temperatura del ambiente. Este valor es medible y resulta de la suma temperatura+viento, este dato da el valor real de temperatura a la cual se verá sometido nuestro cuerpo. Cuando la temperatura es menor que 32ºC (temperatura de la piel), el viento disminuye la sensación térmica.
En este caso se combina la intensidad del viento y aire frío circundante, cuando la velocidad del viento es mayor, con el aire frío, sensación de aire helado para la piel.
Otro factor a tener muy en cuenta es el contenido de humedad ambiente, ya que la humedad también varía la sensación térmica. Cuando la humedad es elevada, el valor de la sensación térmica será superior al de la temperatura exterior. En este caso el organismo encuentra dificultad para disipar el calor producido por el metabolismo interno. Si la humedad es baja (ambiente más seco), la sensación térmica es menor que la temperatura exterior. En este caso se produce un mayor enfriamiento de la piel debido a la mayor evaporación de la transpiración favorecida por la baja humedad del aire.
Es por este motivo que con el cielo despejado, el ambiente seco y frío, y a veces con viento calmo, ocurre un enfriamiento más severo en superficie, lo que deriva a congelamientos como escarchas o heladas, y es cuando el cuerpo tiene que tolerar más frío aún.
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