¿De dónde provienen los aromas más intensos de los quesos?

El mundo del queso es inmenso y fascinante, con miles de variedades que se distinguen por sus ingredientes, procesos y características finales. No existe una única forma de clasificarlos, ya que se pueden agrupar de diversas maneras, pero si podemos identificarlos a través de su aroma.

Los aromas intensos y complejos de los quesos provienen principalmente de los compuestos volátiles que se liberan durante su proceso de maduración. Este proceso, también conocido como «afinado», es el resultado de la acción de diversos microorganismos y de transformaciones bioquímicas de la leche.

La clave está en la maduración

Durante la maduración, una serie de reacciones químicas transforman las grasas, proteínas y carbohidratos de la leche, generando miles de compuestos volátiles, cada uno con su propio perfil aromático.

  1. Microorganismos: Las bacterias, levaduras y mohos que se añaden al queso (o que están presentes de forma natural en el ambiente de maduración) son los principales responsables de la magia. Por ejemplo:
    • Bacterias de la corteza: En quesos de corteza lavada, como el Limburger, la bacteria Brevibacterium linens produce compuestos que dan un olor muy fuerte, a menudo comparado con el olor de los pies.
    • Mohos: En quesos azules como el Roquefort, el hongo Penicillium roqueforti es el responsable de las vetas azules y del aroma penetrante y característico.
    • Bacterias lácticas: Son las encargadas de la fermentación inicial y de la transformación de la lactosa en ácido láctico. También contribuyen a la formación de otros compuestos que influyen en el sabor y el aroma.
  2. Rutas bioquímicas:
    • Proteólisis: Las enzimas de los microorganismos y de la propia leche descomponen las proteínas de la caseína en péptidos y aminoácidos, que luego se transforman en una variedad de compuestos aromáticos.
    • Lipólisis: Las grasas de la leche se descomponen en ácidos grasos libres, que son precursores de muchos de los compuestos volátiles que dan aromas afrutados, picantes o a nuez.

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La influencia de la corteza y el ambiente

La corteza es una parte fundamental en el desarrollo del aroma, especialmente en los quesos de corteza florecida (como el Brie o el Camembert) o de corteza lavada. Los mohos y bacterias que crecen en la superficie interactúan con el interior del queso, aportando notas a champiñones, tierra o amoniaco, según el tipo.

Además, el ambiente de maduración (como las cuevas naturales con su temperatura y humedad controladas) influye en los microorganismos que crecen, lo que da a cada queso su identidad única. Por eso, un queso elaborado con la misma receta puede tener un aroma diferente si se madura en una región distinta.

En conclusión, a este tema que te propusimos hoy, los aromas intensos de los quesos son el resultado de la compleja interacción entre la leche, los microorganismos y las condiciones de maduración. Es un proceso de «alquimia» natural que transforma un alimento simple en una experiencia sensorial rica y variada.

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Variedades con aromas intensos

Los quesos con los aromas más penetrantes suelen clasificarse según el tipo de microorganismo que domina su maduración:

  • Quesos de corteza lavada: Estos quesos, como el Limburger, son lavados periódicamente con salmuera, cerveza o licores. Este proceso favorece el crecimiento de la bacteria Brevibacterium linens, responsable de su aroma característico. El olor, que a menudo se describe como «a pies» o «a granja», es una seña de identidad de esta familia. Otros ejemplos son el Epoisses y el Munster.
  • Quesos azules: La intensidad de estos quesos, como el Roquefort y el Gorgonzola, proviene de la acción de mohos como el Penicillium roqueforti o el Penicillium glaucum. Estos mohos, que forman las vetas azules o verdes en el interior del queso, producen compuestos que dan un aroma picante, salino y a veces con notas a nuez.
  • Quesos extra maduros: Los quesos de pasta dura y larga maduración, como el Pecorino Romano, desarrollan aromas intensos debido a la concentración de compuestos volátiles con el tiempo. Estos quesos pueden tener notas salinas, picantes y afrutadas, que se intensifican con el paso de los meses o años de añejamiento.
  • Quesos de leche de cabra u oveja: La composición de la leche de estos animales es diferente a la de la vaca, lo que a menudo resulta en sabores y aromas más fuertes. Los quesos de cabra, por ejemplo, tienen un sabor ácido y un olor característico que se debe a sus ácidos grasos de cadena corta.

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