El mate: mitos y verdades sobre esta infusión

Declarada “infusión nacional”, se transformó en una tradición que perdura a través del tiempo. Tal es así que se ha convertido en una bebida ritual de todos los argentinos.

En el principio, los primeros en emplear la yerba mate fueron los guaraníes. Ellos utilizaban sus hojas como bebida, objeto de culto y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos.  Para este pueblo, el árbol de la yerba mate era, más que nada, un regalo de los dioses, llamada Caá, que en guaraní significa yerba, planta y selva. 

En sus orígenes, quienes se encargaron de difundir su consumo y sus virtudes por todo el entonces Virreinato del Río de la Plata fueron los conquistadores. Años más tarde, los Jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones o misiones jesuíticas guaraníes. Gracias a ellos, la yerba mate se popularizó en el país, y las plantaciones hoy en día son parte de los cultivos en varias provincias, sobre todo en la Mesopotamia.

De esta manera, la hoja de la yerba mate se comenzó a procesar y empleando el tradicional recipiente conocido como «mate» y la «bombilla» fue que tomar esta infusión se transformó en una de las tradiciones que, como pocas, se mantiene inalterada desde hace siglos, arraigándose y expandiéndose alrededor del mundo. Tanto, que hoy por hoy en Argentina se consumen alrededor de 100 litros de mate al año por persona.

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Los real y lo falso sobre esta infusión

  1. “El polvo de la yerba mate hace mal”. Falso. El polvo de hoja es uno de los componentes más virtuosos de esta infusión, le aporta suavidad y espumosidad. Hace que los mates sean ricos y rendidores.
  2. “Raspar el mate es correcto para destapar la bombilla”. No está comprobado. Para que la bombilla no se tape, lo mejor que podemos hacer es echar un chorrito de agua fría o tibia al comenzar el mate, así la yerba se hincha y en este estado no ingresa dentro de la bombilla.
  3. “Se puede tomar el mate a más de 85 grados de temperatura”. O “Si se hierve el agua, enfriarla con un chorro de agua fría”. Error. De este modo se arruina toda la bebida porque cuando el agua hierve le quitamos el oxígeno, y por ende el poder de solvencia, que es lo que permite que la yerba muestre todos sus sabores y aromas.

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