La inversión en monitoreo, investigación y control es vital para proteger la producción agrícola, garantizar la seguridad alimentaria y salvaguardar los principales cultivos.
Argentina, particularmente sus regiones rurales, enfrenta un desafío agrícola recurrente y devastador: las mangas de langostas. Estas plagas migratorias, compuestas por millones de insectos voraces, tienen el potencial de aniquilar cultivos enteros en cuestión de horas, poniendo en jaque la producción de alimentos y la economía de las comunidades agrícolas.
Un Azote Agrícola con Historia
La presencia de langostas no es un fenómeno nuevo en Argentina. Históricamente, el país ha sufrido brotes que han dejado a su paso un rastro de destrucción. Las especies más problemáticas suelen ser la langosta sudamericana (Schistocerca cancellata), conocida por su alta capacidad reproductiva y sus hábitos migratorios que le permiten recorrer vastas distancias en busca de alimento. Cuando las condiciones ambientales (temperatura, humedad y disponibilidad de alimento) son las adecuadas, las poblaciones de langostas pueden experimentar un crecimiento exponencial, formando las temidas «mangas» que se desplazan arrasando con todo a su paso.
Impacto Devastador en la Agricultura y la Economía
El principal impacto de las langostas recae directamente sobre la agricultura. Cultivos extensivos como la soja, el maíz, el trigo, el girasol, y pastizales destinados a la ganadería, son extremadamente vulnerables. Los daños no se limitan solo a la pérdida de cosechas; también afectan la calidad de los productos, incrementan los costos de producción por la necesidad de implementar medidas de control y pueden generar una importante caída en los ingresos de los productores. A nivel macroeconómico, los brotes severos pueden impactar en la balanza comercial del país y en la seguridad alimentaria.
Las provincias argentinas con mayor riesgo de sufrir plagas de langostas, particularmente de la langosta sudamericana (Schistocerca cancellata), se ubican principalmente en el Noreste Argentino (NEA) y el Noroeste Argentino (NOA), extendiéndose hacia el centro del país.
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Basado en la información del Senasa y el comportamiento histórico de la plaga, las provincias con mayor vulnerabilidad son:
- Catamarca y La Rioja: Estas provincias suelen ser consideradas zonas de «peligro» o áreas de reproducción permanente de la plaga, especialmente el sur de Catamarca y el sureste de La Rioja.
- Salta, Formosa, Chaco y Santiago del Estero: Se encuentran en situación de «amenaza» o alto riesgo. Salta, en particular, ha tenido presencia constante de la plaga. Formosa y Chaco, por su cercanía con Paraguay y Bolivia, son puntos de ingreso habitual de mangas. Santiago del Estero también tiene un historial de afectaciones.
- Córdoba: Especialmente el noroeste de la provincia. Si bien no es un área de origen de las explosiones demográficas, las mangas pueden desplazarse hacia esta provincia, generando importantes afectaciones en sus zonas productivas. Se han registrado ingresos de mangas incluso en la capital y otras localidades.
- Santa Fe: Principalmente el noroeste de la provincia (como el departamento Nueve de Julio), donde se han identificado focos aislados.
- Jujuy: También ha sido afectada por la presencia de langostas, como parte de la región NOA.
El Rol Crucial del Senasa en el Monitoreo y Control
Frente a esta amenaza, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) desempeña un rol fundamental. Su labor se centra en una estrategia integral que combina:
- Monitoreo constante: El Senasa, en colaboración con productores y otras entidades, realiza un seguimiento exhaustivo de las poblaciones de langostas. Esto incluye la detección temprana de focos, el análisis de las condiciones ambientales y el pronóstico de posibles desplazamientos de las mangas. Se utilizan diversas herramientas, desde el relevamiento a campo hasta el uso de tecnología satelital.
- Implementación de medidas preventivas: Una parte crucial del trabajo es la prevención. Esto puede incluir el control de la vegetación en zonas propensas a la oviposición de langostas, la promoción de buenas prácticas agrícolas que reduzcan la vulnerabilidad de los cultivos y la concientización de los productores.
- Control de plagas activo: Cuando se detectan mangas de langostas o poblaciones en crecimiento, el Senasa coordina y ejecuta acciones de control. Estas pueden incluir la aplicación de productos fitosanitarios (insecticidas) de bajo impacto ambiental, siempre priorizando la seguridad y la efectividad. La aplicación puede realizarse por vía terrestre o aérea, dependiendo de la extensión y la accesibilidad de la zona afectada.
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- Investigación y desarrollo: El Senasa también participa en la investigación de nuevas estrategias de control, incluyendo métodos biológicos o el uso de tecnologías innovadoras para un manejo más eficiente y sostenible de la plaga.
- Coordinación interinstitucional y regional: Dada la naturaleza transfronteriza de las langostas, la colaboración con organismos provinciales, instituciones científicas y países vecinos (como Bolivia, Paraguay y Brasil) es esencial para establecer estrategias de control regional coordinadas.
En definitiva, la lucha contra las langostas en Argentina es una tarea continua que demanda un esfuerzo conjunto y coordinado.