Números en rojo: la crisis que golpea a los pequeños cañeros tucumanos

Productores advierten que la fuerte caída del precio del azúcar, sumada a la sobreoferta y el aumento de costos dolarizados, pone en jaque la sustentabilidad de la actividad en Tucumán. Desde la Federación Agraria Argentina reclaman medidas urgentes para sostener a los más chicos.

En la provincia azucarera por excelencia, los cañeros aseguran atravesar una de las situaciones más críticas de los últimos años. El derrumbe del precio del azúcar —que pasó de $35.000 a $19.000 por bolsa de 50 kilos en un año— se combina con costos en dólares cada vez más altos y falta de crédito, lo que deja a miles de productores familiares sin margen de rentabilidad. “Hoy necesitás tres bolsas de azúcar para comprar una de urea, cuando antes se lograba con una”, graficó Silvia Pérez, directora de la FAA en Tucumán.

Otro factor clave es la sobreoferta inédita de caña, producto de la expansión de la frontera agrícola y la extensión de la zafra, que ahora llega a seis meses. A esto se suma que los productores no tienen capacidad financiera para guardar su producción, lo que los obliga a vender en el acto y a precios de remate. “El productor cosecha y vende, porque no tiene acceso a crédito”, lamentó Pérez, al remarcar que la mayoría explota entre 15 y 20 hectáreas sin maquinaria propia.

El problema se agrava con la capacidad limitada de los ingenios. Aunque algunos invierten en biomasa y alcohol, la mayoría mantiene estructuras obsoletas, y los cañeros solo reciben ingresos por el azúcar, sin participación en esos subproductos. En paralelo, la producción informal que antes salía a países limítrofes ahora vuelve al mercado interno, lo que también empuja el precio hacia abajo. “Más del 30% se producía sin control, pero ahora esa azúcar compite acá”, explicó Luis Barrojo, dirigente de FAA.

La consecuencia es clara: cada vez son menos los pequeños productores que logran sostenerse. Según Sergio Fara, presidente de la Unión Cañeros Independientes de Tucumán, hoy la unidad económica mínima para vivir de la caña se estima en 60 hectáreas, cuando muchos trabajan con 10 o menos. “La concentración queda en manos de grandes cañeros y la industria. Necesitamos una política definida para acompañar a los pequeños y medianos productores”, reclamó.

Información: La Nación

Compartir en