El comportamiento de ciertos insectos suelen ser señales de cambios en el estado del tiempo, o anticipan periodos de calor extremo, así lo asegura Jorge Finardi es un químico, biólogo y licenciado en comunicación de la Universidad Nacional de Rosario.
El comportamiento de los insectos ha sido observado y estudiado durante siglos, y muchas culturas han utilizado sus patrones como indicadores de cambios climáticos inminentes. Si bien la meteorología moderna ofrece predicciones precisas, la observación de los insectos sigue siendo una herramienta valiosa, especialmente en áreas rurales o donde el acceso a tecnología es limitado.
El biólogo argentino Jorge Finardi revoluciona la forma de predecir el clima. A través del estudio del comportamiento de los insectos, este investigador de la UNR logra anticipar lluvias y tormentas con sorprendente precisión.
En su entrevista con La Nación, Finardi detalló que su método consiste en asignar una puntuación del 1 al 10 a la actividad de las hormigas, evaluando aspectos como la cantidad de encuentros entre ellas, el número de individuos participantes en cada interacción, el tipo y tamaño del material que transportan, y la especie de hormiga observada.
Finardi señala que las hormigas son como pequeños meteorólogos. Cuando observamos que llevan palitos y pequeñas ramas al hormiguero, es una señal de que se preparan para condiciones climáticas adversas, como la lluvia o el frío. Por otro lado, una intensa actividad de excavación indica la inminencia de una lluvia fuerte. Un comportamiento muy curioso es el transporte de cereal, que las hormigas realizan antes de la llegada del frío. Al almacenar el cereal dentro del hormiguero, promueven la fermentación y la producción de calor, creando así un ambiente ideal para el crecimiento de los hongos de los que se alimentan.
En verano, ante la llegada de altas temperaturas, las hormigas realizan modificaciones en su hormiguero. Crean múltiples aberturas, similares a chimeneas, en las paredes de sus túneles, los cuales pueden alcanzar varios metros de profundidad. Estas aberturas favorecen la ventilación y regulan la temperatura interna del hormiguero, anticipando así la llegada de una ola de calor.
«Desde niño, fascinado por el mundo de los insectos, pasaba horas observando hormigas. Esta pasión, cultivada a lo largo de los años, se ha visto enriquecida por su profesión. Sus investigaciones lo han llevado a dialogar con generaciones mayores, quienes, arraigados a la vida rural, han compartido sus conocimientos ancestrales sobre el comportamiento de los insectos y su relación con los cambios climáticos.
A través de la observación directa y la experimentación, ha desarrollado una profunda comprensión de estos pequeños seres. Inicialmente, utilizó terrarios para estudiar las hormigas en un entorno controlado, pero pronto se dio cuenta de que el aislamiento alteraba su comportamiento natural. Actualmente, las sigue con una cámara, capturando así su esencia en su hábitat.
Aunque el método empleado no se ajusta a los parámetros de la ciencia positivista, presenta un enfoque cualitativo, experimental y observacional. A pesar de su naturaleza subjetiva, ha demostrado ser eficaz. Al considerar que nuestra especie habita la Tierra desde el Cuaternario y que insectos como las hormigas llevan aquí desde la era de los dinosaurios, queda patente su alta adaptabilidad y sensibilidad a los cambios ambientales. La naturaleza, a través de estos indicadores biológicos, nos ofrece valiosa información que debemos aprender a interpretar.