La producción frutícola se ve considerablemente afectada cada año por las condiciones climáticas acontecidas. La temperatura es considerada, en general, como el factor más importante para el cultivo frutal ya que, además de ser limitativo en algunos casos.
La temperatura, para el cultivo, ejerce su acción a lo largo de todo el año sobre los procesos fisiológicos de la planta. Además, las condiciones termométricas adversas pueden originar daños a la planta y a su producción.
Las temperaturas excesivamente bajas en invierno y, especialmente, en primavera tienen una gran incidencia sobre la plantación, y son determinantes de la cosecha en muchos casos. Las heladas primaverales originan en nuestro País importantes pérdidas todos los años en la producción frutal.
Su acción es indiscriminada de unas zonas productoras a otras, aunque, lógicamente, también depende del riesgo potencial de cada zona. Los efectos de las heladas son diversos y dependen, evidentemente, del estado en que se encuentran los órganos expuestos y de las propias condiciones de la helada. Sobre estos aspectos y haciendo una especial incidencia en los síntomas específicos y en la valoración de daños, se va a tratar a lo largo de la exposición.
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Daño por heladas
Definición de helada Desde un punto de vista meteorológico se dice que ha helado cuando la temperatura ambiental, medida bajo abrigo, desciende por debajo de 0 ºC. Pero si este descenso no es elevado puede que no se produzcan daños en la planta, aunque sí otros efectos negativos para la misma. Desde un punto de vista agronómico se considera que hay helada cuando el descenso térmico es capaz de causar algún daño a los tejidos vegetales, e incluso la muerte, debido a la formación de hielo en los tejidos. El efecto producido por el hielo altera o impide el normal desarrollo de los órganos y sus funciones.
En los tejidos de las plantas la congelación del agua se produce a temperaturas más bajas que 0 ºC debido al fenómeno de la supercongelación. Un descenso suave y continuo de la temperatura hace que se sobrepase varios grados el punto de congelación sin formarse hielo, lo que depende también de la presencia de nucleadores, como determinadas especies de bacterias.
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Hay que tener en cuenta además que los solutos celulares hacen que la temperatura de nucleación espontánea sea más baja. Ahora bien, cuanto más baja es temperatura mayor cantidad de hielo se forma en el interior de los tejidos; luego puede pensarse en utilizar el descenso térmico para medir la helada, pero esta medida no proporciona siempre la información adecuada para evaluar los daños, ya que éstos dependen de otros muchos factores relacionados con las condiciones de la helada y con las características de la planta.
Por lo tanto, sólo podemos afirmar que se ha producido una helada cuando se observa algún daño específico en los órganos de la planta. Evidentemente los órganos más sensibles en cada estado fenológico serán los primeros, en general, en sufrir los daños, y cuanto más severa sea la helada los daños se extenderán a otras partes menos sensibles.