Una clave importante para mantener siempre saludable a la planta de aloe vera, está en el riego, ya sea en época de calor y también cuándo hace frío. En esta acción de hidratar a la planta tendrás que tener en cuenta algunos aspectos para realizarlo correctamente.
Si bien esta planta es una de las más comunes en todo jardín o patio de nuestros hogares, es sencilla de cuidar, regar y reproducir. Si lo realizamos de una manera correcta teniendo en cuenta la cantidad de agua que vamos a aportarle, los momentos del día para efectuar el riego, no vamos a tener problema en tenerla siempre vigorosa y verde y en buen estado para ser utilizada para emplearla para nuestra salud.
Como toda planta, el aporte de agua debe ser equilibrado, en toda época del año, tanto cuando hace calor o cuando los días son muy fríos, cuando la tierra experimenta cierta sequedad en periodos de lluvias ausentes. De todas maneras debemos evitar el exceso de agua en tierra, ya que la saturación por riego abusivo puede echar a perder la planta. A todo esto debemos saber que el aloe vera es un 95% de agua, y esta se aloja en el interior de sus hojas en forma de gel y otros líquidos vitales.
Para suministrarle un riego bondadoso y justo, tendremos que tantear el ambiente, dependiendo la época del año, la temperatura y el estado del suelo en el que se encuentra la planta. Esto será clave para realizar un aporte de agua justo, proporcional y evitar que la planta sufra el estrés calórico o bien el exceso hídrico.
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Si tenemos en cuenta que el ejemplar de aloe es de regiones secas desérticas, soportan muy bien cierto periodo de tiempo en suelo secos, pero como todo ser vivo, también precisa de agua en el suelo, para mantener vigorosas y activas sus raíces. También debemos tratar de que la tierra donde tengamos el aloe posea nutrientes a base de algún abono orgánico.
En tiempos de primavera y verano es cuando debemos prestar más atención al riego, dependiendo de la temperatura ambiente, de la luz solar que reciba y el tipo de terreno en donde la tengamos. Si tenemos aloe en maceta, en verano, el riego ideal es una vez por semana cuando la temperatura supera los 30 grados. Si tenemos la planta en el suelo y la temperatura es superior a los 32 grados, el riego puede ser de 2 veces cada 10 días o bien, 3 veces cada 20 días, dependiendo del estado del suelo.
Si aportamos demasiada agua al ejemplar podemos provocar que este se pudra, teniendo en cuenta que de por sí ya contiene agua en su interior, de esta manera las hojas comenzarán a echarse a perder desde la base hacia el centro, cambiando la coloración y el grosor de estas. Por esto es importante siempre examinar el estado de la planta en el momento de regarla.
Otro consejo, tratar de regar la tierra y no sobre las hojas, ya que toda planta absorbe el agua a través de sus raíces subterráneas. Otro punto y como último tips, el riego durante el verano es mejor al atardecer o bien temprano por la mañana, para evitar la rápida evaporación del agua en la tierra cuando la temperatura es muy elevada en horas de la tarde. Todo lo contrario en tiempos de frío, cuando se recomienda el riego en horas del mediodía y evitar la posible congelación del agua en contacto con las raíces, en la noche o madrugada cuando la temperatura es bajo cero.
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