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El costo detrás de la producción del pan

El precio del trigo se multiplica por 8 desde que sale del campo hasta que llega como pan hasta el consumidor. De 1kg de Pan, 590gr representan los costos de producirlo.

La cuarentena llevada a cabo en Argentina ha generado cambios en los patrones de consumo, al menos de manera coyuntural, producto de que las personas permanecen en sus hogares y limitan a un mínimo las salidas de su casa. Por este cambio, las industrias observaron un aumento de ventas de harina destinadas a consumo en los hogares, mientras que disminuyeron las compras por parte de las panaderías, que vieron caer su demanda de manera sustancial.

En esa línea desde  la Fundación indican que, en cada kilo de pan que se comercializa, los costos de producción representan 590 gramos, los impuestos 250 gramos, y el resultado 160 gramos.

Para poder explicar cómo se compone el precio del pan a lo largo de las etapas que conforman la cadena, FADA explica que es necesario expresar todas las unidades de medidas de una misma manera para que sea comparable y poder sumarlo. Es decir, que para explicar cómo se compone el precio del pan francés se expresan todos los costos, impuestos, precios y resultados en “pesos por kilo de pan”. Para esto, se aplican los rendimientos correspondientes en cada etapa: rendimiento trigo-harina: 75%, harina-pan: 109%.

En marzo, el productor agrícola vende su producción a un precio de $12,44 8 el kilo de trigo, que, expresado en términos de kg de pan aplicando el rendimiento correspondiente, representa $12,919.

El molino compra el trigo a $12,91, incluye sus propios costos que expresados en kilos de pan representan $4,60, también suma impuestos por $1,17, obtiene resultado neto de $0,82 y vende la harina al comercio por $19,50.

En cuanto al consumo, FADA asegura que per capita anual se mantiene en promedio alrededor de 84 kg de harina de trigo. Durante 2019 ingresó a la industria molinera un total de 6,29 millones de toneladas de trigo pan y candeal, con destino a molinos e industria balanceadora. Así, una tercera parte de la producción nacional se utiliza para molienda.

Datos claves de la cadena

El pan francés en marzo tuvo un precio de $102,93 por kilogramo, de ese precio el trigo representa el 10,6% del precio final ($10,86), el molino el 5,3% ($5,42), la panadería el 59% ($60,81) y los impuestos el 25,1% ($25,84).

El precio del trigo se multiplica 8 veces desde que el trigo sale del campo hasta que el pan llega al consumidor.

Del precio final del pan, el 58,8% son costos, el 25,1% impuestos y el 16,1% ganancias. Es decir que, de 1 kg de pan, casi 590gr representan los costos de producirlo, 250gr impuestos y 160 gr ganancias de toda la cadena.

En el 2020 se volvió a reimplantar el IVA en el tramo final la cadena, pasando del 0% al 10,5%, por lo tanto, la participación varió del 17,7% en septiembre de 2019 a 25,1% en marzo.

En marzo el precio por kilo de fideos secos fue de $112,62 . Del precio final de la pasta seca, el trigo representa el 11,2% 3 , y la harina el 20%.

Desde que el trigo sale del campo hasta el pan que compra el consumidor, el precio se multiplicó 8 veces.

La cadena comienza con $12,91 de trigo. El molino suma $6,59 (costos, impuestos y resultado) y obtiene $19,50 por la harina. La panadería suma $73,65 (costos, impuestos y resultado) y obtiene por el pan $93,15 más 10,5% de IVA, y el consumidor termina pagando un precio de $102,93.

Almacenamiento de agua en el suelo: nuestra caja de ahorro

Cada acción del ser humano está involucrada con un consumo de agua. De esta forma la producción de un kilo de carne requiere 16.000 litros de agua. Para producir una taza de café se necesitan 140 litros de agua  y una de té, 30 litros. Para producir una  manzana se necesitan 70 litros de agua (Quiroga, 2011).

En el siglo pasado, el consumo de agua aumento seis veces mientras que la tasa de la población amentó tres. En este contexto, el mayor consumo de agua dulce en el mundo se produce por la agricultura, siendo alrededor del 90%, al 10% restante lo consume el uso doméstico y la industria. Por lo tanto, las acciones que podamos desarrollar para aumentar la captación, el almacenamiento y la eficiencia del uso del agua en los sistemas agropecuarios serán las que causen mayor impacto en su aprovechamiento.

La función de absorber, retener y suministrar agua es una de las misiones ecológicas fundamentales que desempeña el suelo.

En la región semiárida de la Argentina, en donde una parte importante de las precipitaciones se dan en la estación estival, el aprovechamiento del recurso hídrico y su almacenamiento condicionan en gran medida, la campaña fina. Esto quiere decir, que si somos eficientes en el uso del agua, aumentando su captación y almacenamiento, se aumenta la estabilidad del sistema.

En consecuencia, el agua del suelo es un factor ecológico de gran importancia por lo que resulta fundamental determinar los volúmenes que el suelo puede contener, así como qué proporción de esta agua se encuentra disponible para las plantas.

Los espacios existentes entre las partículas del suelo, llamados poros, permiten la circulación o retención de gases y humedad en el perfil del suelo. La capacidad de retención de agua del suelo está estrechamente relacionada con su tamaño de partículas: las moléculas de agua se adhieren más fuertemente a las partículas finas de un suelo arcilloso que a las más gruesas de un suelo arenoso, por lo que, generalmente, las arcillas retienen más agua. En cambio, las arenas facilitan la circulación o transmisión de agua a través del perfil. El tipo de arcilla, el contenido de materia orgánica y la estructura del suelo también influyen en la capacidad de retención de agua del suelo. La retención de agua por el suelo es esencial para la vida. Proporciona a las plantas un abastecimiento continuo de agua entre períodos de reposición (infiltración), de manera que permite su crecimiento continuo y supervivencia (Glosario de Agricultura Orgánica de la FAO – 2009).

Cosecha gruesa 2020 Pcia. Santiago del Estero. Foto Ing. Agr. Marcelo Druetta

Las partículas del suelo están rodeadas de poros de diferentes tamaños, donde se deposita el agua y el aire. Cuando se aplica suficiente agua a un suelo, sea por medio natural o artificial, todos los poros se llenan de agua. En ese momento existen en el suelo tres clases de agua: agua gravitacional o libre, agua disponible o capilar y agua higroscópica o no disponible. El agua gravitacional es aquella que drena libremente del suelo debido a la fuerza de gravedad. Ocupa un límite por encima de la capacidad de campo, por lo que en presencia de suelos bien drenados, esta agua drena sin causar daño directo a las plantas. El límite superior corresponde al estado de saturación, en el cual el agua ocupa toda la porosidad. Esta agua es la principal causante de la pérdida de nutrientes y otras sustancias por lixiviación. Además, tiene influencia directa sobre la presencia y profundidad de la capa freática del suelo. Aunque el agua gravitacional permanece períodos cortos en suelos bien drenados, puede ser disponible para las plantas, si durante ese tiempo el suelo tiene una aireación adecuada. La succión o la retención del suelo para “liberar” el  agua a los cultivos se mide en Bares.

El agua higroscópica es aquella retenida con una fuerza superior a la capacidad de las plantas para extraer agua del suelo (punto de marchitez), por esa razón no interesa como fuente de humedad para los cultivos. El agua disponible es la porción de agua almacenada en el suelo que puede ser absorbida por las raíces de las plantas para su crecimiento, desarrollo y producción. Se define como la parte de la humedad total retenida entre la capacidad de campo y el punto de marchitez (Figura Nº1).

El agotamiento de la humedad del suelo no es lineal, sino exponencial. A medida que disminuye la humedad, aumenta el esfuerzo o succión que necesita realizar la planta para extraer agua, por ese motivo algunos autores dividen la reserva hídrica del suelo en fácilmente aprovechable y difícilmente disponible (Calvache, VIII Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo, 2002).

Figura Nº1: Clases de agua en el suelo.

El movimiento, contenido y disponibilidad del agua está determinado principalmente por las propiedades físicas del suelo, particularmente la textura, estructura, porosidad, profundidad y contenido de materia orgánica (Calvache, 2002).

La capacidad para almacenar el agua de lluvia en el suelo, con prácticas ingenieriles y agronómicas de control de escurrimientos, es la principal estrategia para recargar el perfil del suelo, aumentar y estabilizar los rendimientos y conservar el recurso. Estas prácticas, de distintos niveles de complejidad, pueden comprender desde simples alternativas estratégicas como el manejo de variedades y densidad de siembra, el tipo de rotación, el porcentaje de gramíneas o siembras cortando la pendiente hasta obras ingenieriles como las terrazas agrícolas de absorción, los canales de desagüe y en algunos casos complementadas con micro embalases de retardo temporario.

Por lo tanto, la planificación del manejo y uso del suelo en los sistemas agropecuarios deben incluir diagnósticos de fertilidad, análisis de suelos, monitoreo de humedad de suelo, para determinar de manera correcta y oportuna, cuál de estos parámetros está siendo afectado por nuestro trabajo y puede repercutir en el almacenamiento del agua en el suelo y en nuestro objetivo productivo. De manera tal, que cuando nos falten algunos milímetros de lluvia, podamos recurrir a nuestra “caja de ahorro” que es el agua en el suelo.  

Ing. Agr. Jorge Raspanti / CONSERVAGRO

¿Qué tan fértiles son los suelos áridos?

Cuando le preguntamos a cualquier persona por qué es importante el suelo, casi siempre la respuesta está relacionada con la agricultura, porque el suelo es indispensable para cultivar los vegetales que llegan a nuestra mesa o el forraje para el ganado que consumimos.

Pero de él obtenemos muchos otros “servicios ecosistémicos” o “servicios ambientales”, que son los beneficios que la Humanidad recibe de la Naturaleza. Por ejemplo, en el suelo crece la vegetación que toma de la atmósfera el bióxido de carbono para proveernos del oxígeno que respiramos, y cuando pensamos en esto, lo primero que se nos viene a la mente son magníficos paisajes de bosques o selvas, con vegetación siempre verde y abundante. Pero, ¿qué pasa en las zonas áridas que, por cierto, representan casi la mitad de la superficie de nuestro país?

En las zonas áridas las temperaturas son muy altas en verano y las lluvias, cuando se presentan, son escasas y estacionales; por ello, las condiciones secas prevalecen la mayor parte del año. La vegetación que prospera en estas condiciones no son bosques ni selvas, sino diversos tipos de matorrales que reverdecen en cuanto caen las lluvias, pero tiran las hojas cuando se termina el agua disponible en el suelo.

La cantidad de hojarasca que producen los matorrales es mucho menor que la que producen los bosques o las selvas y, sin embargo, es suficiente para sostener la vida del matorral, porque en esos matorrales, como en todos los ambientes terrestres, la caída y descomposición de hojarasca en el suelo es el proceso más importante para el reciclaje de los nutrientes que pasan por las redes tróficas a los diferentes organismos del ecosistema.

En los ambientes húmedos de selvas y bosques, son los hongos y las bacterias las que atacan rápidamente a la hojarasca, pero en las zonas áridas cae al suelo justo cuando la actividad de estos microbios es mínima, por la falta de humedad. Esto no implica que en las zonas áridas la degradación de la hojarasca quede en pausa hasta el siguiente ciclo de lluvias, sino que sucede de un modo diferente, pues ante la prácticamente nula actividad de los microbios en la superficie del suelo, se vuelven muy importantes agentes físicos como la radiación solar, que evapora algunos de los compuestos de la hojarasca y actúa rompiendo cadenas de moléculas de sus tejidos, y también el viento, que la arrastra de un lado a otro.

Se suma la acción de organismos artrópodos llamados “fragmentadores”, como por ejemplo las hormigas, que la cortan en pedacitos y la transportan al interior del suelo para cultivar ciertos hongos de los que se alimentan, o las termitas, que construyen con lodo y saliva todo un sistema de galerías para mantenerse a salvo de la radiación solar cuando abandonan sus refugios subterráneos y se desplazan al exterior del suelo, en donde rápidamente consumen gran parte de la hojarasca. Cabe mencionar que los fragmentadores tienen depredadores, como ciempiés, arañas, alacranes, aves y reptiles, así que hay mucha actividad en el matorral, incluso aunque el paisaje parezca sólo un conjunto de palos secos. Los pocos restos de hojarasca que quedan atrás son rápidamente degradados por la actividad de hongos y bacterias cuando caen las primeras lluvias del siguiente ciclo.

Ya en el interior del suelo, en la capa más superficial, diferentes tipos de hongos y bacterias transforman químicamente los restos orgánicos provenientes de la hojarasca y animales muertos en humus, una sustancia que es la que le da el color oscuro al suelo. Durante el proceso de transformación se liberan muchos nutrientes que quedan a disposición de las plantas y los consumen rápidamente. Una vez formado, el humus funciona como un almacén de alimento para los mismos microbios que lo produjeron y que, al consumirlo, liberan más y más nutrientes. Así sucede el reciclaje de nutrientes que es primordial para la vida.

Los suelos de las zonas áridas son en general arenosos y tienen colores claros debido al bajo contenido de humus que se forma a partir de la poca hojarasca que produce la vegetación, pero es muy importante entender que no son infértiles. La fertilidad de un suelo se refiere a la capacidad que tiene para proveer a la vegetación que sostiene de los nutrientes que requiere, en cantidad suficiente para que logre completar su desarrollo, y en las zonas áridas basta que caigan las primeras lluvias para que se manifieste que esto sucede, cuando todos los elementos del matorral se engalanan con un follaje verde brillante. Las plantas toman los nutrientes del suelo y proveen de polen, néctar, hojas, frutos, semillas, etcétera, a diversos tipos de animales, que a su vez son el alimento de sus depredadores. Además, muchos animales, como reptiles y roedores, construyen sus madrigueras en el suelo, en donde encuentran abrigo y protección de sus depredadores, de la radiación del sol y de la deshidratación por las altas temperaturas.

En los ambientes áridos no es en la vegetación en donde se almacena la mayor cantidad de carbono del ecosistema, como sucede en los bosques y selvas, sino en el suelo. Una gran amenaza es la erosión, que es un proceso que implica el desprendimiento y transporte de las partículas del suelo, por el viento o por el agua. Lamentablemente, las actividades humanas son generalmente las que promueven la erosión, como por ejemplo al eliminar la cubierta vegetal. Al perderse el suelo no sólo se pierde el sustrato que sostiene la vida del ecosistema, sino también la capacidad de retener y conducir el agua a los acuíferos, de vital importancia en estos ambientes.

Los suelos de las zonas áridas nos proporcionan muchos servicios ambientales, por lo que es necesario valorarlos y protegerlos.

Cómo reducir los residuos

Hacer compost permite bajar la cantidad de residuos orgánicos, transformándolos en abono para el suelo de la huerta y el jardín.

l mundo se enfrenta a una crisis sanitaria en la que resurge la necesidad de ser más sustentables, optar por la economía circular para reducir los residuos y, así, volvernos más amigables con el ambiente. Recuperación, reciclaje y compostaje son el camino a recorrer para garantizar una mejor calidad de vida. En esta línea, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible dispuso por Resolución 92/2020 que desde el 22 de marzo -día del Agua- al 27 de abril -día de la Tierra-, en la Argentina se llevará a cabo el Mes del Compostaje.

Para Alejandro Benítez –técnico del INTA ProHuerta Córdoba–, “la producción de compost domiciliario es una oportunidad para convertir los residuos del hogar en una enmienda orgánica, además de otros numerosos beneficios relacionados con mejorar la calidad de vida y ser más sustentables”.

En esta línea, destacó que “el compostaje permite reducir la frecuencia de recolección de residuos, minimizar la generación de lixiviados en el sitio de disposición final de los residuos y la proliferación de agentes patógenos, al tiempo que se reducen las emisiones de gases con efecto invernadero”.

A su vez, se obtiene una enmienda útil para las plantas de los jardines, huertas y balcones, ya que mejora la vida del suelo. Además, disminuye la necesidad de comprar fertilizantes químicos y abonos, al tiempo que se fomenta una conciencia del reciclaje y aprovechamiento de los residuos que producimos.

Es que, el compostaje consiste en un proceso biológico que realizan microorganismos de tipo aeróbico, bajo condiciones de humedad, temperatura y aireación controladas. Así, se permite la transformación de residuos orgánicos degradables en un producto estable.

Para fabricar una compostera, se pueden usar una gran diversidad de materiales para su construcción desde tablas de madera de pallets, costaneros de aserraderos o listones, o bien baldes de pintura desechados. Las composteras pueden ser móviles o fijas y su tamaño dependerá de la cantidad de integrantes de la familia.

En general, para hogares con hasta 3 personas, será necesario una abonera de 70 centímetros de ancho por 80 centímetros de largo y 50 centímetros de altura. Cuando las personas asciendan a 5, el largo será de 1,2 metros y el resto de las medidas serán iguales. Cuando se trate de una familia de hasta 7 personas el largo será de 1,5 metros.

Como rutina, es importante contar con un tacho con tapa hermética en la mesada de la cocina donde deberán disponerse los residuos orgánicos tales como restos de frutas y verduras, crudas o cocinas, cáscaras de huevos, saquitos de té, yerba, café, servilletas y rollos de papel de cocina. No se incluirán pañuelos de papel, pañales ni toallas higiénicas.

“Para facilitar el accionar de los microorganismos se recomienda picar todo en tamaños de 5 centímetros, antes de compostar”, indicó el especialista del ProHuerta.

Tampoco residuos lácteos, grasas, huevos y carnes, ya que son de difícil degradación y atraen vectores como moscas, mosquitos, roedores y pestes en general. “No se deben incluir tampoco comidas elaboradas, porque aportan muchas sales al compost, disminuyendo su calidad final, además de atraer vectores”, recomendó Benítez.

Con respecto a los residuos del jardín, se acopiarán hojas secas y verdes, césped seco y verde, ramitas, arbustos y restos de plantas. No se incluirán residuos de malezas con semillas, ni excrementos de perros y gatos ni de cerdos ni gallinas.

Para verter los residuos orgánicos en la compostera, se deberá tener en cuenta su clasificación por su contenido de nitrógeno (verdes) y carbono (marrones) a fin de mantener un equilibrio entre ambos. Los especialistas recomiendan mezclar una parte de residuos verdes con dos partes de residuos secos.

A su vez, para garantizar calidad, además, se deben considerar los materiales que ayudan a mantener la humedad y aireación adecuada. Entre las principales recomendaciones se destacan regar una vez cada 15 días en invierno y una vez por semana en verano.

Un modo fácil de saber si contiene la humedad adecuada es tomar un puñado de material y apretarlo. Si se produce un goteo de agua entre los dedos, es la correcta. “Para evitar el exceso de humedad, es adecuado contar con lombrices rojas que ayudan a la aireación del residuo”, especificó el técnico.

Con respecto a la aireación, es aconsejable voltear el material para aumentar la actividad microbiana dependiente del oxígeno y ayuda a eliminar el exceso de agua y calor. “Es importante que el fondo de cada contenedor sea tipo colador para que permita eliminar líquidos y el paso de las lombrices”, explicó.

El compost estará listo para utilizarse en las plantas cuando no se pueda identificar el origen de los materiales, se encuentre a temperatura ambiente, tenga olor a tierra mojada, color oscuro y aspecto homogéneo”, aseguró el técnico del ProHuerta.

Impulsar la producción de cultivos detectando su rendimiento

La tecnología para detectar rasgos de cultivos de mayor rendimiento ahora es más accesible para los científicos.

Para impulsar el progreso hacia cultivos de mayor rendimiento, un equipo de la Universidad de Illinois está revolucionando la capacidad de seleccionar plantas en busca de rasgos clave en todo un campo. En dos estudios recientes, publicados en el Journal of Experimental Botany (JExBot) y Plant, Cell & Environment (PC&E), están haciendo que esta tecnología sea más accesible.

«Para los científicos de plantas, este es un gran paso adelante», dijo la coautora Katherine Meacham-Hensold, investigadora postdoctoral en Illinois que dirigió el trabajo fisiológico en ambos estudios. «Ahora podemos examinar rápidamente miles de plantas para identificar las plantas más prometedoras para investigar más a fondo utilizando otro método que proporciona información más detallada pero requiere más tiempo. A veces, saber dónde buscar es el mayor desafío, y esta investigación ayuda a abordar eso». «

Este trabajo está respaldado por Realizing Increase Photosynthetic Efficiency (RIPE), un proyecto de investigación internacional que está creando cultivos alimentarios más productivos al mejorar la fotosíntesis, el proceso natural que utilizan todas las plantas para convertir la luz solar en energía y rendimientos. RIPE está patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación de los Estados Unidos para la Investigación de Alimentos y Agricultura (FFAR) y el Departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno del Reino Unido (DFID).

El equipo analizó los datos recopilados con cámaras hiperespectrales especializadas que capturan parte del espectro de luz (gran parte del cual es invisible para el ojo humano) que se refleja en la superficie de las plantas. Mediante el análisis hiperespectral, los científicos pueden descubrir información significativa de estas bandas de luz reflejada para estimar los rasgos relacionados con la fotosíntesis.

«Las cámaras hiperespectrales son caras y sus datos no son accesibles para los científicos que carecen de una comprensión profunda del análisis computacional», dijo Carl Bernacchi, un fisiólogo investigador de plantas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Servicio de Investigación Agrícola (USDA-ARS) en el Carl R Instituto Woese de Biología Genómica. «A través de estos estudios, nuestro equipo tomó una tecnología que estaba fuera del alcance y la puso a disposición de nuestra comunidad de investigación para que podamos descubrir los rasgos necesarios para proporcionar a los agricultores de todo el mundo cultivos de mayor rendimiento».

El proyecto RIPE analiza cientos de plantas cada temporada de campo. El método tradicional utilizado para medir la fotosíntesis requiere hasta 30 minutos por hoja. Si bien las nuevas tecnologías han aumentado la eficiencia a tan solo 15 segundos por planta, el estudio publicado en JExBot ha aumentado la eficiencia en un orden de magnitud, permitiendo a los investigadores capturar la capacidad fotosintética de cientos a miles de plantas en una parcela de investigación.

En el estudio JExBot, el equipo revisó los datos de dos cámaras hiperespectrales; uno que captura espectros de 400-900 nanómetros y otro que captura 900-1800 nanómetros. «Nuestro trabajo anterior sugirió que deberíamos usar ambas cámaras para estimar la capacidad fotosintética; sin embargo, este estudio sugiere que solo se requiere una cámara que capture 400-900», dijo el coprimer autor Peng Fu , un investigador postdoctoral RIPE que dirigió el equipo computacional. trabajar en ambos estudios.

En el estudio de PC&E, el equipo resolvió hacer que la información hiperespectral sea aún más significativa y accesible para los científicos de las plantas. Utilizando solo 240 bandas de espectros de reflectancia y un modelo de transferencia radiativa, el equipo descubrió cómo identificar siete rasgos foliares importantes a partir de los datos hiperespectrales que están relacionados con la fotosíntesis y que interesan a muchos científicos de plantas.

«Nuestros resultados sugieren que no siempre necesitamos datos de reflectancia de ‘alta resolución’ para estimar la capacidad fotosintética», dijo Fu. «Solo necesitamos alrededor de 10 bandas hiperespectrales, a diferencia de varios cientos o incluso mil bandas hiperespectrales, si los datos se seleccionan cuidadosamente. Esta conclusión puede ayudar a allanar el camino para realizar mediciones significativas con cámaras menos costosas».

Estos estudios nos ayudarán a mapear la fotosíntesis a través de diferentes escalas desde el nivel de la hoja hasta el nivel del campo para identificar plantas con rasgos prometedores para su posterior estudio.

El sistema de ahorro de agua de la planta es como un reloj, transpira

Las plantas, al igual que los humanos, tienen relojes circadianos que les permiten decir la hora. En los humanos, este mecanismo celular influye cuando nos despertamos y dormimos.

Por: John Innes Center.

Las plantas dependen tanto de la luz del día que los relojes circadianos son aún más influyentes, regulando la tasa de fotosíntesis, intercambio.

as plantas dependen tanto de la luz del día que los relojes circadianos son aún más influyentes, regulando la tasa de fotosíntesis, intercambio de gases y transpiración, que es el flujo de agua a través del tallo y la evaporación de las hojas.

Ahora los investigadores han descubierto que estos relojes biológicos juegan un papel crítico en el consumo de agua, permitiendo a las plantas usar este recurso precioso de manera más eficiente.

Llevaron a cabo una serie de experimentos con plantas modelo de laboratorio en las que los genes que codifican los ritmos circadianos habían cambiado.

Algunos cambios hicieron que las plantas usaran más agua en relación con el crecimiento, pero, inesperadamente, los experimentos revelaron que algunos de estos cambios en los ritmos circadianos permitieron que las plantas crecieran fuertes y saludables mientras usaban menos agua. El estudio revela que es todo el sistema circadiano el que afecta la eficiencia del uso del agua, no solo una parte específica.

La investigación abre una oportunidad para el ajuste de los cultivos para utilizar el agua de manera más eficiente: perder menos agua a través de la transpiración mientras aún crece.

La agricultura representa alrededor del 80% del agua dulce utilizada en todo el mundo. Por lo tanto, comprender los procesos en las plantas que afectan la cantidad de agua que usan es de vital importancia para desarrollar cultivos que sean productivos pero que usen menos agua.

Las plantas transpiran agua con un ritmo diario porque los estomas, pequeños poros en la superficie de las hojas, generalmente se abren solo durante el día. Estudios anteriores mostraron que la apertura diaria está regulada por ritmos circadianos.

«Razonamos que los ritmos circadianos podrían tener un gran impacto en la cantidad de agua que usan las plantas. Y nuestros experimentos demuestran que este es el caso», explica el Dr. Antony Dodd del Centro John Innes, quien es el autor principal del estudio. .

«El objetivo general del trabajo radica en reducir la cantidad de agua que se utiliza en el riego de cultivos para mejorar la sostenibilidad de la producción agrícola de alimentos».

El estudio revela que los genes del reloj circadiano alterados afectan la eficiencia del uso del agua a través de una variedad de formas. Junto con el ajuste del proceso de transpiración, el reloj alterado influye en el crecimiento de las hojas grandes, lo que afecta la cantidad de agua que usa la planta. Estos cambios junto con otros explican las mejoras en la eficiencia del uso del agua que observaron los investigadores.

Los próximos pasos del estudio serán descubrir los mecanismos celulares que explican cómo los ritmos circadianos regulan la pérdida de agua de las plantas y establecen la importancia de los hallazgos en cultivos clave, utilizando el conocimiento de las plantas modelo utilizadas en este estudio. El trabajo adicional podría implicar investigar el papel de la temperatura en cómo el reloj afecta la eficiencia del uso del agua.

La investigación fue financiada por BBSRC (GEN ISP en JIC y el programa de doctorado SWBio en Bristol), y fue en colaboración con el profesor Alistair Hetherington (Universidad de Bristol).

«El reloj circadiano contribuye a la eficiencia del agua a largo plazo de Arabidopsis» aparece en la revista Plant Physiology .

Un largo proceso para que podamos tomar un mate

Un informe sobre la cadena de la yerba mate que publicó Secretaría de Agroindustria permite saber, con números precisos, cómo es el largo proceso para que nosotros, los argentinos, podamos tomar un mate todos los días, una de nuestras tradiciones más caras.

En principio hay que decir que es una de nuestras tradiciones más caras porque somos uno de los tres únicos países del mundo, junto a Brasil y Paraguay, que puede producir la yerba mate. En el resto del globo ha sido hasta ahora imposible hacerlo. Y por eso tampoco lo consumen.

Con 28,6% de la oferta total de yerba mate, la Argentina es el segundo productor del mundo, detrás de Brasil (61%), y delante de Paraguay, con 10,4%. Pero eso sí, la Argentina es la principal exportadora, con 47% de los embarques totales, Uruguay, que no produce pero sí consume, es el mayor importador a escala global, con casi 40% del mercado de yerba. Y de termos casi seguro.

A partir de aquí todos los datos de este informe oficial están actualizados a 2018. En principio, la Argentina cosechó ese año (al menos en el mercado formal) 809.158 toneladas de hoja verde, que es como la yerba mate sale de la planta, que en realidad es un árbol nativo que en estado silvestre puede llegar a tener hasta 15 metros de altura, pero que en las plantaciones no se deja crecer tanto porque sería imposible cosechar.

Primer dato clave: todavía el 90% de la cosecha se realiza de manera manual, porque es muy difícil mecanizarla. Ahí aparece un actor principal, que es el tarefero. Es aquella persona que, con ayuda de una tijera, va realizando la cosecha de los brotes verdes. Según estimaciones de la UATRE, el gremio de trabajadores rurales, son unos 25.000 en toda la región yerbatera.

El informe de Agroindustria, a partir de datos oficiales del INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate), no define exactamente cuántos tareferos hay, pues no existe un registro. Pero sí apunta la existencia de 386 prestadores de servicio de cosecha y flete registrados, que son contratistas que brindan el servicio y tienen cuadrillas formadas por varios tareferos.

¿Dónde se realiza esta cosecha? Sobre una superficie de 165.327 hectáreas, que es equivalente a casi 7 ciudades de Buenos Aires completas. Esas metrópolis de yerba se ubican el 87,2% en la provincia de Misiones y otro 12,8% en el norte de Corrientes.

Esos yerbales son cuidados por sus dueños, los productores. De acuerdo al listado de operadores activos del INYM, la cantidad de productores de yerba mate es actualmente de 11.275. El 96% de ellos está ubicado en Misiones y en general son muy pequeños. El primedio por productor da menos de 1,3 hectáreas.

Como dijimos, de los yerbales argentinos salieron en los últimos años casi 810 millones de kilos de hoja verde, que llega del campo con la ramita y todo, y como cualquier cultivo con un alto contenido de humedad. Ese es el volumen de materia prima que ingresa a los secaderos. Es el primer eslabón industrial del proceso. En total existen 193 secaderos registrados, ubicados en la zona productiva.

Allí, según explica el sitio Yerba Mate Argentina se realiza el sapecado, que es someter por unos segundos la hoja verde a fuego directo y al calor para reducir al mínimo el porcentaje de humedad y lograr hojas crujientes.

Luego de ese proceso inicial se realiza el canchado de la yerba, que es una primera molienda gruesa de las hojas ya secas. La yerba canchada es almacenada en bolsas durante unos nueve meses en depósitos donde se controla la temperatura y humedad.

Este video explica bien todo ese proceso:

Además de los 193 secaderos, en kla zona productora de yerba hayb 99 molinos y molinos fraccionadores. Adicionalmente hay 15 plantas que se dedican solo al fraccionamiento, de los cuales 12 están ubicadas fuera de la zona de producción (Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos).

Luego de eso, ya con la yerba mate lista y empaquetada, existen 56 empresas comercializadoras, unos 11 acopiadores y 38 firmas registradas como exportadoras. Curiosamente también hay registrados ante el INYM unos 5 importadores.

De los 810 millones de kilos iniciales de hoya verde, en 2018 se produjeron en el país 302.098 toneladas de yerba mate molida, lista para consumir. Solo un 13% de ese volumen (39.926 toneladas) se destinó a la exportación, en especial hacia Siria, donde raramente comparten la pasión por esta infusión.

El restante 86,8% (o 262 millones de kilos de yerba) se destinaron al l mercado interno, para que los argentinos podamos matear a nuestro antojo, como es tradición. Cada uno de nosotros, en promedio, consumió a lo largo de 2018 casi 6 kilos de yerba.

Producción de maní: Importancia de un buen manejo para la conservación del suelo.

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Como sabemos en Córdoba el maní tiene una importante participación en la producción estival. Su cosecha afecta la erodabilidad del suelo ya que produce agregados de menor tamaño y menos resistentes a ser destruidos por agentes externos.

En suelos del sur de Córdoba esto ha producido encostramiento y sellado del suelo, que se manifiesta en impedancias mecánicas con fallas de germinación y riesgos de erosión hídrica por pérdida de la infiltración (Cisneros et al, 2006). Estos procesos se suman a la pérdida de suelo por erosión eólica que se produce por la predominancia de los suelos arenosos, la alta frecuencia de fuertes vientos y la gran variabilidad de las precipitaciones. El riesgo a la misma se incrementa debido a la ausencia de un cultivo invernal, el cual asegura cobertura durante la primavera, época en la cual los vientos son más intensos (Mendez & Buschiazzo, 2015). Por lo tanto, son necesarias tener en cuenta ciertas practicas que ayuden a la conservación del suelo.

La rotación es una de ellas, es una práctica esencial en el mantenimiento de la productividad de los suelos maniseros y para el control de enfermedades. Las mejores respuestas se encuentran con una secuencia de cultivo que incluya maní en una proporción menor a 1:3 en la rotación, y gramíneas con frecuencia bienal. Una buena rotación mejora tanto el rendimiento como la calidad, reduciendo enfermedades, material extraño y residuos químicos. Las rotaciones de tres o más años generalmente reducen la severidad de las enfermedades del maní y favorecen el control de malezas, por lo tanto, permiten una producción más eficiente, disminuyendo las aplicaciones de pesticidas (Bongiovanni, Troilo & Pedelini, 2017).

La recomendación de sembrar maní cada cuatro años en el mismo lote está respaldada por los resultados promedios de tres años de ensayos de rotaciones realizados por el INTA, los que demuestran que el rendimiento de maní es un 25% superior después de una rotación sorgo-maíz, un 40% superior después de una rotación con una pradera de alfalfa, y un 56% mayor después de una rotación con pastura de gramíneas (Pedelini, 1998). La fertilización en los cultivos de la rotación también disminuye la necesidad de fertilización directa en el maní, por lo tanto, ayudaría a disminuir el costo de insumos.

Cuadro 1. Efecto del monocultivo y las rotaciones sobre los rendimientos de maní en INTA Manfredi.

Monocultivo de maníManí en rotación con
Rendimiento promedio (Kg/ha) MaízSojaMaízSoja
1704Rendimiento del maní (Kg/ha)Aumento relativo del rendimiento
1 año20742016122%118%
2 años22522132132%125%
3 años25612210150%130%

En cuanto a cultivos de cobertura tienen dos principales funciones en la producción manisera, una de ellas es el control de malezas en etapa invernal y la segunda es la reducción de procesos erosivos sobre todo en aquellas zonas con suelos arenosos, ya que, al tener bajo contenido de materia orgánica, altas temperaturas y fuertes vientos, los suelos quedan muy expuestos. En el sur de Córdoba se han realizado ensayos por el INTA y la Fundación Maní Argentino que demuestran que pesar de la alta fracción erosionable que compone a este suelo, el cultivo de cobertura reduce significativamente la pérdida de este recurso, siendo una alternativa eficaz de control de la erosión eólica en estos ambientes frágiles.

Otro aspecto importante es una adecuada elección de lotes. Debe evitarse la siembra en suelos susceptibles a erosión hídrica o eólica. Principalmente con fuertes pendientes y suelos con poca estructura. También se debe tener en cuenta el cultivo antecesor, los lotes no deben provenir de cultivos de maní o soja, por la escasa cobertura residual que deja y por el agotamiento de nutrientes del suelo. Esto genera pérdidas o disminución de la producción campañas posteriores.

En cuanto a los sistemas de labranza la implementación de laboreos reducidos no provoca mermas significativas en la producción y favorecen al control de erosión hídrica y eólica. La cubierta vegetal de residuos mejora algunas características del suelo como la infiltración y la resistencia a la penetración de raíces del cultivo, especialmente evidente en condiciones de bajo contenido de agua en el suelo.

También se pueden incorporar otras prácticas de conservación de suelo donde se integran técnicas de sistematización de tierras y cultivos en franjas. En estos sistemas mas completos, el riesgo de erosión disminuye marcadamente, garantizando un sistema de producción sostenible en el tiempo.

Ing. Agr. Micaela Fernandez Bedini.
[email protected]
www.conservagro.com

Cultivos que conservan el agua y resisten a la sequía

La agricultura ya monopoliza el 90 por ciento del agua dulce mundial; sin embargo, la producción aún necesita aumentar dramáticamente para alimentar y alimentar a la creciente población de este siglo. 

Por primera vez, los científicos han mejorado la forma en que un cultivo utiliza agua en un 25 por ciento sin comprometer el rendimiento al alterar la expresión de un gen que se encuentra en todas las plantas, como se informó en Nature Communications .

La investigación es parte del proyecto de investigación internacional Realizando el aumento de la eficiencia fotosintética (RIPE) que cuenta con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación para la Investigación de la Agricultura y la Alimentación y el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido.

«Este es un gran avance», dijo el director de RIPE, Stephen Long, presidente de Ikenberry de Biología Vegetal y Ciencias de Cultivos. «Los rendimientos de los cultivos han mejorado constantemente en los últimos 60 años, pero la cantidad de agua requerida para producir una tonelada de grano no ha cambiado, lo que llevó a la mayoría a suponer que este factor no podría cambiar. Demostrar que nuestra teoría funciona en la práctica debería abrir la puerta a mucha más investigación y desarrollo para lograr este objetivo tan importante para el futuro «.

El equipo internacional aumentó los niveles de una proteína fotosintética (PsbS) para conservar el agua engañando a las plantas para que cierren parcialmente sus estomas, los poros microscópicos de la hoja que permiten que el agua escape. Los estomas son los guardianes de las plantas: cuando se abre, el dióxido de carbono ingresa a la planta para alimentar la fotosíntesis, pero se permite que el agua escape a través del proceso de transpiración.

«Estas plantas tenían más agua de la que necesitaban, pero ese no siempre será el caso», dijo la coautora Katarzyna Glowacka, investigadora postdoctoral que dirigió esta investigación en el Instituto Carl R. Woese de Biología Genómica (IGB). «Cuando el agua es limitada, estas plantas modificadas crecerán más rápido y producirán más, pagarán menos penalización que sus contrapartes no modificadas».

Los científicos diseñan cultivos para conservar el agua, resistir la sequía
Los investigadores de RIPE estudian cómo hacer que los cultivos alimentarios sean más productivos y resistentes a un clima cambiante utilizando tabaco, un cultivo modelo que es más rápido y fácil de probar. Crédito: Claire Benjamin / Universidad de Illinois

El equipo mejoró la eficiencia en el uso del agua de la planta (la proporción de dióxido de carbono que ingresa a la planta y el escape de agua) en un 25 por ciento sin sacrificar significativamente la fotosíntesis o el rendimiento en ensayos de campo del mundo real. La concentración de dióxido de carbono en nuestra atmósfera ha aumentado en un 25 por ciento en los últimos 70 años, lo que permite que la planta acumule suficiente dióxido de carbono sin abrir completamente sus estomas. «La evolución no ha seguido el ritmo de este rápido cambio, por lo que los científicos lo han ayudado», dijo Long, quien también es profesor de ciencias de cultivos en la Universidad de Lancaster.

Cuatro factores pueden provocar que los estomas se abran y cierren: la humedad, los niveles de dióxido de carbono en la planta, la calidad de la luz y la cantidad de luz. Este estudio es el primer informe de piratería de respuestas estomáticas a la cantidad de luz.

PsbS es una parte clave de una vía de señalización en la planta que transmite información sobre la cantidad de luz. Al aumentar PsbS, la señal dice que no hay suficiente energía de luz para que la planta realice la fotosíntesis, lo que provoca que los estomas se cierren ya que no se necesita dióxido de carbono para alimentar la fotosíntesis.

Esta investigación complementa el trabajo anterior, publicado en Science , que mostró que aumentar PsbS y otras dos proteínas pueden mejorar la fotosíntesis y aumentar la productividad hasta en un 20 por ciento. Ahora el equipo planea combinar las ganancias de estos dos estudios para mejorar la producción y el uso del agua al equilibrar la expresión de estas tres proteínas.

Para este estudio, el equipo probó su hipótesis usando tabaco, un cultivo modelo que es más fácil de modificar y más rápido de probar que otros cultivos . Ahora aplicarán sus descubrimientos para mejorar la eficiencia en el uso del agua de los cultivos alimentarios y evaluar su eficacia en condiciones de agua limitada.

«Hacer que las plantas de cultivo sean más eficientes en el uso del agua es posiblemente el mayor desafío para los científicos de plantas actuales y futuros», dijo el coautor Johannes Kromdijk, investigador postdoctoral en el IGB. «Nuestros resultados muestran que una mayor expresión de PsbS permite que las plantas de cultivo sean más conservadoras con el uso del agua, lo que creemos que ayudará a distribuir mejor los recursos hídricos disponibles durante la temporada de crecimiento y mantener el cultivo más productivo durante los períodos secos».


Agroquímicos: en Córdoba prorrogan los vencimientos para aplicadores

Ante las medidas por el Coronavirus, se tomó la decisión por la imposibilidad de desarrollar los cursos presenciales.

Los operarios podrán realizar su trabajo en tanto continúe el plan de prevención.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Provincia, a través de la Secretaría de Agricultura y la Dirección General de Fiscalización y Control decidió prorrogar las habilitaciones de operarios de máquinas aplicadores de agroquímicos, cuyo vencimiento sea desde el 29 de noviembre del 2019.

Esta decisión se debe a que las áreas técnicas no realizarán los cursos de capacitación para los trabajadores del rubro, ante las medidas de prevención del Coronavirus.

Los mismos son obligatorios para obtener la renovación de acuerdo a la Ley Provincial 9.164 de Productos Químicos y Biológicos de Uso Agropecuario.

Esta determinación se mantendrá mientras continúen el receso administrativo provincial y las medidas para prevenir el contagio de COVID-19.

Una vez restablecida la actividad con normalidad, desde el Área de Sanidad Vegetal se dará a conocer la reprogramación del cronograma anual 2020 de los cursos para obtener la habilitación.

A raíz del receso de la administración pública, la Dirección General de Fiscalización y Control puso a disposición un nuevo número de contacto para consultas e inquietudes de personas vinculadas a la actividad: 351-6666718

Además, permanece en funcionamiento el número 0800-8888-2476 (AGRO) para denuncias e inspecciones; y para consultas sobre registración, el correo electrónico fiscalizacionagroquí[email protected].