La escasez de lluvia de los meses posteriores, y sumado a ello una menor mineralización de la materia orgánica del suelo, generaran condiciones desfavorables para el crecimiento del forraje de primavera en áreas del norte argentino.
El aumento de la producción de carne para abastecer el mercado interno y la exportación es una meta prioritaria que se ha planteado a nivel nacional. Si bien existen varias tecnologías que pueden contribuir a lograr este objetivo, no todas tienen un impacto rápido en el tiempo. Por ejemplo el aumento del stock animal constituye una herramienta válida para lograrlo, pero sin embargo, es un proceso lento que puede requerir varios años. Además, su incremento tiene un límite impuesto por la ya citada competencia en el uso de la tierra que hace la agricultura.
Pasando al plano productivo, existe abundante información general, local y adaptada de otras regiones referida a la producción y uso de pasturas. Por lo tanto, no se pretende entrar en detalle en aspectos particulares de manejo. El concepto prioritario a tener en cuenta es que no hay pasturas mejores que otras, si no se las asocia al sistema productivo donde se van a emplear (por ejemplo: condiciones de suelo y clima, tipo de animales, duración del engorde, carga animal y mercado de destino), pero, en todo esto, el clima en ciertas regiones juega un papel fundamental en cuanto la producción de pastura, sobre todo si esta están destinada al ganado vacuno local.
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El clima que hace dudar
Las sequias hacia finales de la primavera y principios del verano en el norte del país afectaron el potencial de crecimiento de las pasturas. “Las lluvias de primavera tardaron en llegar y, en muchos casos, fueron escasas y de baja frecuencia”, explicó Nicolas Varlamoff –investigador del INTA Salta–.
A su vez, “entrado el verano en muchos lugares de la región tuvimos al menos 20 días sin lluvia que, sumado a las altas temperaturas, terminaron afectando el crecimiento del forraje y la muerte de plántulas recién germinadas”, agregó el investigador. Por eso, el final de la campaña presentó menores rendimientos y ya se prevé un invierno y principio de primavera con escases de forraje.
Pero las condiciones climáticas no solo afectaron las pasturas, sino también impactaron en el estado de salud de los animales, mucho de los cuales se encuentran en malas condiciones corporales. “Tuvimos un diciembre y un enero secos en toda la región, por eso, la recuperación del estado corporal de los animales no fue la óptima”, mencionó Roberto Neumann –investigador del Laboratorio de Salud Animal del Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido (IIACS) del INTA–.
Frente a este escenario, el INTA asesora a los productores sobre qué estrategias tomar para afrontar el invierno. Para Neumann mantener la salud animal es clave, “tenemos que anticiparnos a los problemas y tratar a hacer un buen manejo del calendario sanitario antes de junio y julio donde ya sabemos que tenemos las limitaciones alimentarias”.
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El animal mal nutrido empieza a tener deficiencias en macro o micro nutrientes y dependiendo del nivel de afectación que tenga, va a tener una peor respuesta a enfermedades ya sean parasitarias, infecciosas, virales. Por eso, se debe planificar la vacunación para que el animal sufra el menor estrés posible y tenga una respuesta inmune adecuada.
Se debe coordinar con el asesor veterinario el calendario sanitario, asegurando las vacunas obligatorias de Aftosa y Brucelosis que, dependiendo de la zona del país, hay una o dos inyecciones al año. “Podemos aprovechar la juntada de hacienda para vacunar y, de esta forma, ahorrarle estrés al animal y gastos adicionales al productor”, indicó Neumann.
Además, se recomienda a los productores realizar una descarga temprana de los campos, anticipar los destetes para que la vaca recupere estado corporal, realizar tactos y descartar vacas vacías.
“Es importante pensar a futuro, sobre todo en aquellos establecimientos que ya saben que las reservas no bastan. Es el momento para planificar la compra de forrajes o suplementos ya que serán recursos escasos en la región y tendrán un precio elevado”, detalló Varlamoff.
Para ello, recomienda medir y calcular las reservas que se tienen y compararlas con la demanda, según el número de cabezas y categorías productivas. “La compra planificada y asociada permite adquirir mayor volumen y a mejor precio”, indicó Varlamoff quien valoró la importancia de buscar alternativas como los silos de sorgo o maíz, debido a que pueden ser una gran oportunidad.